Un elemento fundamental de la cocina es la campana extractora.

Para su elección no sólo hay que tener en cuenta la estética sino también su capacidad de extracción de los molestos humos, olores y vapor que se forman al cocinar.

La campana puede funcionar mediante la extracción de los humos al exterior de la vivienda con tubos, o en recirculación, mediante filtros que limpian el aire y lo devuelve a la cocina. Este método es menos efectivo pero de más fácil montaje.
Existen en el mercado múltiples modelos de campanas donde elegir, adecuados a cada tipo de cocina:

• Extraíbles o integradas en el propio mueble, suelen pasar inadvertidas junto al mobiliario. Sólo se extraen cuando se quiere que funcionen.

• De pared, son campanas decorativas, tanto horizontales, en forma de cono, inclinadas y actualmente la verticales.

• De isla, colgadas del techo, encima de una isla donde se ha colocado la placa para cocinar.

• De techo, acopladas al techo de la cocina, pasan totalmente desapercibidas.

El tamaño de la campana debe ser como mínimo de la misma medida que la placa, aunque es aconsejable que sea de un tamaño superior.

Los decibelios indican el ruido que emite la campana. Hay que procurar que no supere los 60 decibelios para que no sea demasiado ruidosa.

Para calcular la capacidad de extracción de la campana que debemos instalar en cada cocina, aplicaremos una fórmula compartida por la mayoría de los fabricantes. La campana tiene que ser capaz de renovar aproximadamente 12 veces el aire de toda la estancia en una hora. Eso se mide en unidades de volumen por tiempo (m3/h).

Por lo tanto los m3 de la cocina, multiplicados por 12 nos dará la potencia de aspiración mínima que debe tener la campana.